28/5/10

Lady in White

La luz de los faroles se filtraba suave y gelida a través de las persianas enfriando la atmosfera de la habitación hasta dejarla por completo helada, aunque a decir verdad el frio se explicaba mejor por el hecho de ser las cinco treinta de la mañana y de que aunque las persianas estaban corridas la ventana seguía abierta; pero a Mateo le gustaba pensar que la luz traía el frio consigo, tal vez como un recuerdo de su infancia en las montañas donde la nieve anunciaba el hielo y lo llenaba todo de blancos reflejos.

Pero de eso ya hacía mucho, ahora Matt (pues así le gustaba que le dijeran) sentía el frio solo al salir a correr en la madrugada y ocasionalmente en las noches en las que el viento se colaba por su ventana que solía dejar abierta y le acompañaba a cenar y a dormir e incluso en ocasiones se quedaba hasta el otro día para ir con él a correr por el parque, el lugar en el que al fin lo dejaba solo para enfrentarse a su vida, y mientras se vestía para ir al trabajo Matt solo podía pensar en lo deprimente que resultaba el manicomio, pasar día tras día rodeado de maniáticos, obsesivos, esquizofrénicos y demás variaciones de la locura

- Es que ¡solo míralos! – le decía a Raúl ya estando en el trabajo – están encadenados a vivir día tras día como maquinas averiadas, haciendo siempre las mismas cosas sin sentido sin saber siquiera que están locos
- O sea – le respondió Raúl con una sonrisa _ ¿así como nosotros? Viviendo en la rutina auto impuesta para despertar un día y preguntarnos qué demonios hacemos; ¿así de locos?
- Gracias por los ánimos – ese día Matt estaba un poco malhumorado – pero no nos compares con esos lunáticos
- No es que haya mucha diferencia – le dijo Raúl mientras ponía su expresión más filosófica – la mayor diferencia entre ellos y nosotros podría ser que regresamos a dormir a nuestras casas mientras ellos se quedan
- No te pongas tan retorico, yo estaba hablando en serio
- Yo también – y ambos rieron

Y en ese día que bien podría haber sido algún otro – o que tal vez lo fue – llego ella, entrando por la puerta principal, escoltada por dos enfermeros y vestida a la última moda con una camisa de fuerza.

- Es un caso grave, ayúdame – le dijo Raúl poniéndose serio
Raúl forcejeo con ella mientras los otros enfermeros le ayudaban pero Matt se quedo clavado a su sitio, mirando únicamente a la belleza de hielo que tenia frente a él, a esa piel de nieve y a esos ojos azules y pálidos como un lago congelado
- ¡Ayúdame Matt! – el grito de Raúl lo saco de su ensueño, se le acerco y la tomo del hombro, ella se calmo al instante y lo miro

Después le mordió el cuello

Después Matt le dio un puñetazo en el abdomen y la derribó

Se la llevaron a una habitación y a él a la enfermería, donde se desmayo. Despertó cuatro horas después, su cuello había sido vendado pero no le dolía en absoluto, tan solo sentía el frio de la nieve extendiéndose desde la herida hacia su cuerpo.
Y eso le gustaba

- Por fin despierta – le dijo Raúl - ¿Cómo te sientes?
- Culpable
- ¿Por haberla golpeado? – Matt asintió – ella está bien, acaba de venir de su cuarto, despertó hace un momento
- ¿Puedo verla? – pregunto mientras se levantaba
- ¿Quieres otra mordida? – le pregunto Raúl mientras comenzaba a andar
“Creo que si” pensó Matt mientras le seguía

Ella estaba arrinconada en una esquina, su piel y su cabello se camuflajeaban con la blancura de las paredes acolchadas pero Matt encontró al instante sus ojos de hielo y saboreó con la mirada las formas perfectas que las ropas no lograban ocultar, se imagino sus manos acariciando esa piel fría y deseo besar esos labios que sin duda sabrían igual que la escarcha.
¿Cómo podía ser tan deliciosa?

- Según su historial – comenzó Raúl – se llama Cristal y estuvo presente en dos amasacramientos, no se sabe por que sucedieron pero ella fue la única sobreviviente, oye Matt, ¡Matt! ¿me estas escuchando?
- ¿Qué? Ah, sí; te escucho – pero solo podía escuchar a si corazón latiendo de deseo
- Aunque viéndola bien, a pesar de ser tan rara es muy bonita ¿no te parece?
“Ese maldito” pensó Matt “seguramente quiere hacerla suya”
- ¿Te sientes bien? – pregunto Raúl al ver la expresión de su amigo - ¿quieres que te lleve de regreso a la enfermería?
- Si, llévame – le respondió Matt mientras una idea comenzaba a rondarle la cabeza
En la enfermería no había nadie, Raúl entro primero
- Espera un momento Matt, te arreglare una cama
Mientras recogía las sabanas recibió un golpe en la nuca
Despertó atado a la cama
- Querías quitármela maldito ¡ella es mía! - Matt estaba frenético - ¡mira bien desgraciado! – le grito mientras se quitaba el vendaje y le mostraba la herida del cuello - ¡ella me eligió a mí! ¡solo a mí!
- E-Espera ¿Qué te sucede?
_ ¡Me sucede que no voy a dejar que me la quites!
Matt saco una enorme jeringa y la lleno con tranquilizante suficiente para derribar a ocho caballos.
Si se lo inyectaba a un solo hombre…

La enfermera de turno entro y encontró a alguien atado a la cama, lo reconoció de inmediato y en un ataque de histeria comenzó a gritar.
Y fue acallada de inmediato por la misma jeringa que mato a Raúl
Matt supo que debía actuar rápido, el manicomio tenía demasiada gente, demasiados hombres que tratarían de robarle a su dama de hielo y muchas mujeres que tratarían de impedir que estuvieran juntos, así que recorrió los pasillos armado con una pistola de dardos tranquilizantes y fue durmiendo a cada persona que anduviera libre por el lugar, después, cuando estuvo seguro de que nadie lo molestaría fue a la cocina por un cuchillo y se dispuso a completar su labor.
Porque de otro modo en algún momento despertarían

* * *

Cristal estaba llorando

La primera vez que lloro así fue cuando su novio y uno de sus amigos se mataron peleando por ella

La segunda fue cuando en una fiesta un tipo se obsesiono con ella y los mato a todos en un ataque de celos. Al final ella tuvo que matarlo

La tercera fue igual que la segunda

Pero nada se comparaba con esto
Habían pasado tres días desde que aquel hombre mato a todo el personal del manicomio y los gritos de los locos ya hambrientos se habían vuelto más espantosos que la visión de los pasillos ensangrentados y los cadáveres encimados en cada esquina, ya se había hecho de noche y los dementes golpeaban las puertas metálicas de sus habitaciones, el estruendo se perdía en la oscuridad y ella se acurrucaba en su esquina mientras aquel hombre le susurraba palabras de amor y promesas de una vida juntos, y sus repugnantes manos asesinas la acariciaban mientras la veía con esos ojos de hielo que ya conocía tan bien.

Los ojos de los hombres que mataban para tenerla

Y mientras él la llamaba “mi dama de hielo” los gritos de los internos resonaban mas y mas fuerte dentro de su cabeza, gritos que pedían ayuda, gritos de personas que como ella vivían atormentadas, gritos de locos hambrientos pasando a través de sus manos sobre sus oídos, pasando a través de las paredes, sus cuerpos azotándose sin cesar contra las puertas, heridos, sangrantes

- ¡Que se callen! – comenzó a gritar desesperada - ¡que se callen!
Se revolcó frenética tratando de sacar esos gritos de su mente. Apenas noto que aquel hombre ya se había ido

* * *

Matt avanzo una vez mas entre los pasillos, armado con el cuchillo
“Ella quiere que se callen”
Abrió la primera puerta, el interno salió de un golpe y salto sobre él, “el maniaco” pensó Matt, lo empujo adentro, lo golpeo un el rostro y le clavo el cuchillo en el hombro, después en el abdomen y finalmente en el cuello, pero lo dejo vivo a propósito “muere despacio maldito”

Y fue de cuarto en cuarto

Cuando Cristal salió en busca de Matt supo que no había forma de perderle el rastro, tan solo tenía que seguir al camino de locos moribundos.
Al fin lo encontró
Matt estaba exhausto y bastante golpeado, pero cuando la vio sintió que las fuerzas regresaban a el
Fue solo su imaginación
Trato de avanzar, pero perdió el equilibrio y cayó, el cuchillo con el que había masacrado a todo el manicomio llego a los pies de Cristal, ella sabía que debía matarlo, lo había sabido desde que lo vio y por eso le habia atacado en el cuello.

Como lamentaba no haberlo matado

Le hundió el cuchillo en el mismo lugar en el que lo había mordido al llegar, como deseando poder reparar el error que había cometido y sintió su sangre fluir más caliente de lo ordinario por la prolongada locha con lo dementes. Los dementes…
“Los dementes”
Después de haberlo matado tomo un teléfono y llamo a la policía, alguien debía encargarse de los locos
Pero las muertes continuarían mientras ella siguiera viva y no quería volver a ver algo así.
Por eso se enterró el cuchillo entre las costillas
“De modo que esa es la luz” pensó mientras todo era oscuridad y un punto brillaba intensamente frente a ella, pero no estaba muerta, la oscuridad se retiro poco a poco y la luz ilumino un cuarto de hospital, por lo visto aun estaba viva, pero sin fuerzas para hablar o moverse.
Un enfermero se le acerco y le dijo algo que no alcanzo a oír, parecía un sujeto amable

Cuando se hizo de noche Cristal reunió todas sus fuerzas y comenzó a desatar sus vendajes, la sangre manaba y todo el calor de su cuerpo parecía irse con ella, en su mente aun veía los ojos del enfermero, sus ojos de hielo

Y la sangre goteaba despacio

2 comentarios:

  1. Joé, qué buena historia, que capacidad constructiva. La dama de hielo me ha recordado a una leyenda japonesa, aunque tu dama tiene una enorme capacidad de sacrificio.
    Ya te dijo, la historia es muy buena, inesperada, y el arranque, describiendo el hombre que echa de menos el frío, también.
    Saludos.

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  2. Este es un relato que ya tenia escrito desde hace bastante tiempo, como ando un poco corto de inspiracion pondre algunos otros que tengo guardados aunque me gustaria poner algo nuevo cada viernes, en fin, es lo que hay pero procurare darles una «remasterizada«

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