30/11/09

El fin justifica los medios

El fin justifica los medios, o eso es lo que dicen muchos idealistas que no dudan en hacer cosas que para otros son monstruosas, matar a cien personas enfermas para salvar a cien mil, generar una política violenta y aplastante que corte cabezas de mas si con eso se limpia al estado, esas han sido algunos de los actos mas cometidos en pos de un bien mayor, tradicionalmente en casos de esta índole los valores humanos han sido la medida para evaluar esas posturas como inadecuadas, incluso como criminales, y las moral se ha pronunciado una y otra vez en contra de esos actos.
Pero, ¿Qué pasa cuando la moral es el problema?
La moral guía (o restringe) las acciones de un pueblo de acuerdo a una serie de normas no escritas que catalogan como buenos o malos algunos actos, pero a lo largo de la historia la moral ha cambiado y ha habido tantas como pueblos existen, en la época prehispánica por ejemplo el sacrificio de una persona a favor de la conservación del mundo se veía como algo bueno, algo deseado, la moral de los pueblos que hacen sacrificios es diferente a la de aquellos que gritan y hacen escándalos por la muerte de cualquiera, aunque sea voluntaria, otros pueblos como el egipcio incluso pasaron por alto el incesto, el gran tabú compartido por muchos pueblos, las leyendas sobre los faraones nos hablan de cómo los padres veían con buenos ojos la unión de sus hijos, ya sea por la conservación del poder o por la seguridad de haber encontrado una buena pareja, estos son apenas dos ejemplos pero sirven para demostrar que incluso las normas mas rígidas de un pueblo no valen nada si la moral es diferente en el lugar en que se encuentran; la moral no es de ningún modo absoluta.
Una vez aclarado esto viene una interesante pregunta ¿Qué pasa cuando el fin es la moral? ¿Qué pasa cuando en favor de esa moral no importan los medios? El mundo esta sufriendo cambios a una velocidad inimaginable, anteriormente se recurrían siglos para lograr alterar el punto de vista moral de un pueblo, pero desde hace varios años estos cambios se suceden con una rapidez extraordinaria e incluso los implicados fuerzan a la sociedad a admitir el nacimiento de nuevas formas de vivir. De este modo la homosexualidad, durante años un tabú superior al incesto esta siendo reconocida y valorada por el mundo, o mejor dicho por casi todo el mundo.
El fin justifica los medios, ese es el planteamiento de esto, la iglesia ha condenado innumerables atrocidades una y otra vez (la humanidad les provee de mucho material para condenar) pero condena igualmente a aquellos que se salen de su estricta y duplicadle moral, los homosexuales, de los que se esta hablando ahora han sido reconocidos por la sociedad casi en general, si bien muchos les siguen tratando con desprecio por lo menos admiten que es una forma de vivir, sin embargo la iglesia católica y sus diferentes ramificaciones permanecen firmes en su resolución de no considerar a la comunidad LGTB “digna de ir al cielo” ¿Por qué hacen esto? La respuesta es simple, las religiones se han olvidado de que su fundación obedece a motivos colectivos y que sus normas, consideradas sagradas no son en ultima instancia sino la forma escrita de la moral de la época, del mismo modo en que lo son las leyes actuales, en ese desconocimiento se consideran perfectas e inalterables (digan lo que digan) y por ello defienden con uñas y dientes (por que ya no tienen garras) aquello que sus escrituras les dictan.
La eutanasia de igual modo ha sido otro de los puntos polémicos de muchas personas, todas moralistas; en la opinión de muchos un ser humano tiene derecho a disponer de su vida, y también de su muerte, pero para estas personas “solo dios tiene ese derecho” ¿por que? Esa es la pregunta clave que las religiones y los moralistas (que son casi lo mismo) siempre evaden, las respuestas clásicas son la del derecho divino o aquella de “una vida no es algo para poner a discusión” que despejando incógnitas y balanceando la ecuación es igual a “ningún hombre tiene derecho a tomar una vida” a estas personas deberíamos preguntarles ¿acaso están muriendo? La eutanasia es discutida por gente en buen estado de salud si bien no con mucha capacidad mental, se pasan las horas discutiendo acaloradamente si tal o cual enfermo terminal debería o no ser desconectado, en todo caso los argumentos antes mencionados no llegan a nada, solo defienden una postura sin dar una solución al problema, pero a todo esto ¿Qué dicen los implicados? La eutanasia no es en la mayoría de los casos algo que los familiares decidan para acabar de una vez con el pariente que no sana, no; son los mismos enfermos quienes desean morir para terminar con una existencia que no es vida para descansar del sufrimiento, pero los moralistas esgrimen sus argumentos una y otra vez empujando con el peso de la costumbre, y el temor, el temor que genera el ocasionar la muerte de alguien.
Estos dos casos son quizás los ejemplos mas explicativos del efecto moral en el mundo, pero también podríamos mencionar la postura eclesiástica en contra del uso del condón, cosa que según dicen incrementa la promiscuidad y la transmisión de enfermedades, pero en este caso al igual que los anteriores quienes condenan no dan una solución real a lo que ellos (y solo ellos) consideran problemas, la mejor respuesta que darán será una de las que ya hayan pronunciado “abstinencia” cuando sabemos bien que ni los sacerdotes pueden lograrla “temor de dios” como si eso fuera a convertirlos a todos en heterosexuales “no mataras” este es un clásico, otro de los que no aportan soluciones pero mantienen el problema en el aire.
El fin justifica los medios, eso es lo que condenan pero los moralistas no ven (o no quieren ver) que el fin es mantener una moral inútil en la que no hay espacio para todos, una moral desarrollada en la hipocresía donde las personas hacían en secreto lo que no se podía en publico y los medios incluyen la exclusión de aquellos que no la abrazan, el sufrimiento de quienes no tienen la fuerza para morir por si mismos, el contagio de miles solo porque alguien dice que el sexo es malo y el condón es peor, además de la sobrepoblación y la vida en la pobreza porque a alguien no le gustan los anticonceptivos. La moral es el fin, pero los medios tienen su precio, y la personas que defienden esas posturas no se dan cuenta que la moral cambia junto con las sociedades, el mundo en el que esas reglas nacieron esta por desaparecer y si hay que defender una moralidad será mejor que sea una donde quepamos todos.

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