23/9/11

Fortuna Imperatrix Mundi


En un lugar existe un edificio, es blanco manchado de polvo añejo, en el edificio existe una mujer, su cabello es blanco y ostenta una corona que nadie puede rebatir, en la mujer hay una persona, es la emperatriz

Cada mañana la emperatriz se pasea por los pasillos de sus aposentos, de norte a sur y de arriba hacia abajo su majestad abre las puertas, el ruido se cuela simple con un silbido, a veces sonoro, estridente sonido de herramientas, maquinas, bebes llorones todo un mundo que espera para salir a hacer su vida

Ya no le interesa lo que existe al otro lado, se conforma con abrirlas a la hora adecuada y dejar que el mundo siga su curso, la duda, la curiosidad y el vistazo a la puerta, la abre, a veces despacio, a veces rápido y a veces simplemente se deja de espaldas contra la pared y mira el pomo, lo hace girar y se va sin abrirla

Es un mundo pacifico, no hay personas desagradables, ya no, sus puertas permanecen cerradas y lo que sea que los traiga no tiene interés en darles un empujón, a la emperatriz le gustaría viajar hacia las otras ciudades para averiguar si realmente existen pero están demasiado lejos y no puede ir sola, su ciudad la necesita y ninguno de sus súbditos sobrepasa la oscuridad, ni siquiera la escuchan, continúan con sus asuntos, se hablan, cuentan cosas, se ríen y van de compras, al trabajo, a la escuela, cada vez hay mas niños, la emperatriz envejece y abre mas puertas de familias, de escuelas y algunas tiendas de mascotas, los animales ladran, maulla y pian agradecidos cuando abre la puerta y los lleva a la existencia, a veces se lleva alguno y se toma una sienta abrazándolo, le gustaría hacerlo de noche pero nunca es posible

Ella gobierna, decide quien vive y quien se queda tras su puerta cerrada pero es casi un ser invisible, apenas visto para evadirla, para continuar en sus eternas actividades diarias, no la escuchan a ella pero escuchan sus acciones, sus cambios sobre el mundo, la emperatriz se esfuerza en darles una buena vida, en darles una vida mas allá de un solo día, lo descubrió el primer año, basta con cambiar las señales para alterar la dirección de los autos, los lugares a los que llegan, donde trabajan, donde comen, si un día no abre la puerta de algún restaurante terminaran comiendo en el siguiente, o el siguiente o el siguiente, si los envía a una biblioteca terminan leyendo, si los lleva al coro cantarán hasta la tarde, le ha llevado años pero tiene un sistema de cambios que revisa todas las noches pensando en las actividades de mañana, las puertas son automáticas y se abren y cierran cada una en su hora a menos que su majestad disponga lo contrario, a veces le gustaría saber que pasaría si las deja abiertas toda la noche pero no se atreve

Una vez, cuando era joven dejo salir algo, era la ultima puerta del día, un músico que regresaba después de pasar el día tocando en los autobuses, un bohemio desarrapado, la emperatriz cerró en modo automático (era joven y no emprendía la importancia del ritual) el sol cayó sobre el condominio y los reflejos en las paredes blancas alargaban el crepúsculo, la emperatriz cansada abrió en reflejo creyendo estar en su casa y se hizo la magia

Nunca se atrevió a buscarlo, el súbdito se quedó frente a ella del otro lado del umbral y la emperatriz asustada solo atinó a saltar hacia un lado, el súbdito salio corriendo y se perdió en la noche, no podían salir si no los dejaba, eso quedo claro después de muchos experimentos, pero tampoco regresaban como lo hicieran los otros al atardecer, se perdían afuera, van a un lugar oscuro cuando estan solos y una emperatriz no les deja ese destino a sus súbditos, tampoco los deja desvanecerse y cada tarde se planta frente a sus controles para cerrar su puertas arropándolos a su manera

En el centro de la plaza esta su efigie, gigantesca, tan blanca como sus cabellos, le ha tomado décadas dirigir la construcción alterando los planos cada noche y cambiando las rutas de abastecimiento, una estatua inútil pero necesaria para mantenerla ligada a la ciudad, para no perderse entre la maraña de humanidad que vive del amanecer a la oscuridad, ella al menos puede sentir vanidad y gastar un trozo de sus noches en dirigir su monumento ¿que otra cosa iba a hacer?

4 comentarios:

  1. Primero, el título me llamó la atención, por la ópera Carmina Burana. Segundo, me gustó tu representación de la fortuna, así, literalmente, como una emperatriz que dirige los destinos del mundo.

    Saludos!

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  2. Buen relato, si señor. Una emperatriz que se golpea las rodillas con un martillo. Que renuncia. ¿Será de la muerte de lo que hablamos? Pero casi.
    Saludos.

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  3. Ha,la buena o mala fortuna, ¿cosas del destino?, ¿esto ya estaba predestinado a suceder?, ¿acaso el hombre solo es una simple marioneta de las circunstancias? ó ¿es el hombre el que va forjando su propio destino? Descubranlo la proxima entrada.

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  4. Damian: eso fuen nada mas para presumir mi nivel de cultura... o algo asi

    Igor: esta es una de esa cosas a la que se les puede dar vuelta eternamente sin llegar a nada concreto asi que mejor ahi la dejamos

    Victor: Eso suena como un discurso de anime

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