29/7/11

De noche en la ciudad

- Es demasiada coincidencia decía Henmel en la taberna- cuando el rey desapareció ya
tenían listo el gobierno emergente
- Eso lo sospechamos todos sin necesidad de que lo digas, si es de los movimientos mas básicos de la historia

El que hablaba era Pattler, amigo del consejero y dueño de La Caza del Ciervo, una de las tabernas más grandes de la ciudad aunque ni de lejos la de mayor reputación, atendida por hombres y mujeres a partes iguales daba poco espacio para llenarse de guardias como sucedía en otros lugares aunque esto curiosamente favorecía la llegada de mujeres de todas las edades como clientela, ambos comían carne y bebían vino en un rincón instalado en una prolongación de la pared que les daba espacio para hablar con libertad

- Explícalo despacio, es de sobra sabido que Saint es el gobernador de facto pero eso no basta para decir que el dirigía la muerte del rey, mejor empieza por el principio

Henmel hablo claro para hacerse oír sobre el ruido de las masticadas, sabia por experiencia que morder tanto cerraba los oídos y también se detenía en los sorbos de su compañero para que no se perdiera nada, ya conocían sus gestos

- A ver, fue unos tres meses antes de la expedición, había un par de juglares pululando por el palacio que decían ser invitados para entretener al rey pero solo le cantaban historias de héroes matando bestias, eso para empezar, luego vino esa sirvienta que a todas horas hablaba de su novio que cazaba cuernos en la grieta, sé que no es mucho pero es suficiente para calentarle la cabeza a un muchacho, además ignoro qué otras cosas tenía el viejo en la manga
- Ya, pero das por hecho que tenía otros recursos
- No hay de otra, Saint es muy previsor y no deja nada a la suerte, por eso me extraño que no insistiera en reforzar la guardia que se llevo el rey
- Suena consistente para mi, pero solo soy un tabernero -le dijo mientras se limpiaba el bigote- me seria mas fácil hablarte de los cambios en esta zona
- ¿Que tienes en tus memorias? ¿Algún valiente ha tratado de robarte?
- Para eso se necesita a un estúpido, no a un valiente pero en la zona ha habido casos así, ladrones descarados actuando a la luz del día, principalmente guardias y mercenarios que dan un golpe para irse al norte a aglutinarse con el tal Mill, y con todos esos guardias de los nobles llegados mi clientela ha aumentado
- No me digas, hace mucho que no veo un uniformado entrar a este lugar
- Ellos no, pero abarrotan el centro y las personas vienen aquí a tomar algo sin tener que ver sus pedantes caras, se que algunos provocan discusiones y la falta de guardias hace que nadie les plante cara
- Te diré que lo entiendo, el castillo está lleno de los nobles que llegaron para discutir la sucesión y se trajeron a sus guardias personales consigo, tenemos espacio pero todas sus habitaciones están cerca y el lugar se siente muy lleno, no culparía a nadie por venir a este cuchitril a refrescarse un poco
- Ya, y como sigas así de estirado te refrescare en el lodo ¿cuanto tiempo ha pasado desde la última vez?
- Paso una barriga más o menos, ahora ni siquiera podrías alcanzarme

El ambiente animado del lugar se corto un poco cuando seis soldados entraron vistiendo sus armaduras de andar, ligeras y lustrosas, Pattler se levanto moviendo su panza con agilidad desde la mesa para ir hacia ellos tapando a su amigo en el proceso, dándole tiempo a echarse la capucha

- Es raro ver soldados por aquí -les dijo- si este lugar les parece digno de ustedes pasen y tomen asiento, un camarero limpiaba una mesa y Pattler se las indico como disponible
- Quédese tranquilo señor Pattler- dijo uno de los guardias que estaba detrás de los otros mientras avanzaba- sé que hay tensión y solo venimos a cenar, soy de esta ciudad, criado a unas calles de aquí y vine por algo de su carne

La clientela se relajo y los murmullos continuaron, pocas personas sabían sobre la amistad del consejero y el tabernero así que Pattler no volvió a la mesa, Henmel pidió la cuenta a una mujer mayor y dejo unas monedas que consistían enteramente en la propina y al pasar junto a los guardias se permitió dejar las sospechas al oír al soldado señalando las enormes y resistentes vigas del techo, Pattler tenía en claro desde pequeño que quería una taberna hecha enteramente de madera gruesa como si fuesen troncos al natural y le costó mucho convencerlo de hacer de madera únicamente la sala para evitar incendios a pesar de la insistencia por comprar madera de tierra que mostraba su amigo, demasiado lejos y demasiado caro, al fin lo había convencido, a fin de cuentas era un consejero

- Si tan solo el rey me hubiera hecho caso - murmuro al salir

Afuera hacia fresco pero no frio, las lluvias recientes enfriaban un poco el ambiente pero en el castillo abarrotado el calor reinante lo llenaba todo de bochorno, las farolas tibias resplandecían débilmente, de camino al castillo se pregunto que habría sido de el siendo mago, siempre le habían gustado pero nunca se aniño por su aspecto avejentado, a veces acariciaba las tallas de madera y se decía que le habría ido bien como artesano, como un mago haciendo cosas brillantes

Después de una hora caminando por fin alcanzo la plaza donde el rey se había coronado y donde se coronaria el siguiente si los nobles se ponían de acuerdo, se supone que estarían deliberando en la cámara real pero más probablemente estarían en la casa de juego ubicada estratégicamente frente al castillo, los consejeros al menos deberían estar en la cámara del consejo pero el mismo había ido a pasar el rato fuera, un grupo de guardias se apostaban cerca esperando la salida de su señor y un soldado del castillo reconoció las ropas de cuero gastado que usaba en sus paseos nocturnos y se puso a seguirlo como un escolta mudo, en otro tiempo habría agradecido la cortesía pero sabía que en realidad quería sacarse de encima la compañía de los otros guardias, de todos modos Henmel decidió hacerle un favor

- Soldado -dijo sin voltear la cabeza
- ¿Señor? -respondió el hombre desconcertado, las escoltas eran una cosa común que no requería hablarle al soldado
ve a las cocinas del castillo y pide en mi nombre dos piernas de cordero cortadas y asadas y dos jarras de vino, después ponlas en un carro de comida y llévalas a la tercera sala, cuando el mayordomo pase dile que estas esperando a la cabra
- ¿Señor? -respondió más sorprendido que antes- ¿la cabra?
- Ve y díselo
- Como ordene señor

Cuando el hombre se iba volvió a pensar en el consejo, se volvieron complacientes y esperaban las ordenes de Saint, su presencia en las calles no hacia ninguna diferencia si no lo escuchaban y si las intrigas se tramaban en la mesa y en la cama, al menos había movido pieza

3 comentarios:

  1. Esta entrada ha sido mas corta de lo que quiesiera, a ver si a la otra semana me pogo las pilas, este comentario es para decir que me acabo de dar cuenta de que es la entrada numero cien

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  2. Esta entrada me ha abierto el apetito. Dos piernas de cordero. Mataría por ellas.
    Bueno, la escena de taberna está muy conseguida, con ese protagonista que parece conocer los secretos de la Corte. Los reyes no escuchan nunca, o eso me parece a mí.
    Felicidades por tu entrada nº 100, toda una proeza que espero lleva a la siguiente proeza.
    Un abrazo.

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  3. Para mi siguiente numero voy a saltar a traves de este aro de fuego (imaginenselo)

    Redoble de tambores ...

    ...

    ...

    ...


    ¡Tachan!




    Proximamente los deleitare con mas de mis asombrosos trucos

    ResponderEliminar

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